Sunday, April 24, 2005

El chico Home-Mart

Dicen que Dios descansó el septimo día para disfrutar de todas las maravillas que él, en su inconmesurable poder y sabiduría creó del caos y la nada... por lo tanto, la misma Biblia dice que "el domingo es sagrado" y la humanidad lo ha usado para adorarlo en sus templos para después asolearse de lo lindo en el Parque España entre escuincle mugroso y señoras con inmenso cabuz en trajes de baño, tomar cerveza hasta perder el conocimiento con los amigotes en la Presa de La Boca llamada por algunos como "la cantina más grande de Nuevo León" o, simplemente, asentar sus redondeadas posaderas en su sillón favorito y echarse todos los partidos de futból y dos que tres películas mas chafas que entretenidas.

Aunque esto es más sabido por todos desde tiempos inmemoriales, otras personas utilizan tan religioso día para arreglar ciertos desperfectos en su casa o coche que, por azares del destino, han ido dejando a lo largo de la semana. A este concepto tan mexicano se le conoce como "hacer talacha" y este curioso vocablo de orígen cholulteca del siglo XVII, significa algo así como "arreglarlo por mi cuenta porque estoy tan jodido de dinero que no puedo pagar para que otro cabrón lo haga". Así es como vemos los domingos, sobre todo en colonias populares, como es que las personas en un arranque de verdadera inspiración etílica o guadalupana, deciden hacerla de mecánicos, jardineros, plomeros, decoradores de interiores o hasta ingenieros de sonido. La mayoría de las veces los resultados llegan a ser verdaderamente catastróficos o contra natura, pero hay otros (una minoría) en que consiguen lo que quieren, logrando graduarse con el honroso título de "Chico Home-Mart".

Mi papá, el insigne Lic. Jorge Valdés Ribakowsky pertenece a esta élite de chingones que siempre se le ha dado hacer todo ese tipo de manualidades; desde instalar un abanico, pintar y tapizar un cuarto de baño hasta arreglar tuberías y cerraduras, es la respuesta mexicana a Mac Gyver y Bob Vila, tiene el know-how para lograr sus propósitos, ayudado por su fiel e inmensa colección de herramientas de facturación homemartense y por-su-no-tan-diestro-hijo-cuyas-habilidades-manuales-son-comparables-a-las-de-un-hámster (¡Dense de santos que sé cambiar fusibles!). Es verdad, cada vez que lo ayudo, no sé porqué siempre me acuerdo de los sketches del Gordo y el Flaco, las situaciones llegan a tal nivel de enredo, que si nos llegaran a filmar me cae que podríamos ser más exitosos que Manolín y Shilinsky o Viruta y Capulina juntos.

Para estas alturas del partido yo ya soy un caso perdido, "más allá del bien y el mal" como dijera Nietzsche y aunque mi señor padre es de la opinión de que debería empezar a ponerme a aprender de manualidades, yo creo que eso va a ser muy difícil, casi casi imposible, por lo que estoy pensando muy seriamente en regresar a la edad de piedra, a la caza y la recolección de frutos, como dicen los pinches gringos, "going native", para evitarme así tanto pedo manualístico y mecánico.

¡Ay Gerardo, te dije que el desarmador de cruz estaba al lado de la llave inglesa junto a los taquetes de punta chata de 1/4!

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