Saturday, October 09, 2004

Comitán blues

Después de más de una década de llevar una estrecha amistad con el honorable Javier González Esquerra, finalmente tuve la enorme dicha de visitarlo a su terruño en Comitán de Domínguez, Chiapas, tierra caliente que viera nacer a Rosario Castellanos, Belisario Domínguez, Irma Serrano “La Tigresa” (gulp), Elba Esther Gordillo (re- gulp) y el wey que escribió la canción de “Perfidia”; situación que califico de logro personal, ya que siempre que me decidía ir, los hados me lo obstaculizaban, pero finalmente los evasivos dioses comitecos se vieron benignos conmigo y me dieron su venia para visitar tan célebre lugar.

Después de innumerables negociaciones con la chamba para que me dieran mis merecidas vacaciones y desvelos para conseguir un vuelo baratito en Aviacsa, el inicio de la peregrinación se inició el sábado 4 de septiembre, haciendo escala de hora y media en la mefítica ciudad de México para continuar la ruta rumbo al sur… Definitivamente la distancia es una tirana y para no hacérselas muy cardiaca, entre aviones y taxis, llegué el mismo día a las 12 aproximadamente a un hotel llamado Palace, en el mero centro de Tuxtla Gutierrez, quedando de verme con el susodicho Javier hasta las 8 de la noche (Oh, que emoción), por lo que decidí irme a comer algo y a ver la película de The Bourne Supremacy, medio jalada pero ideal para la ocasión.

Total, ya para las 8 de la noche, el Lic. llegó al lobby del hotel puntualmente (raro en él) y después de los consabidos “Pinche-milagro-que-te-dejas-ver-cabrón” nos encaminamos a un barecito de corte ochentero llamado Es3 (pronúnciese Estress) a ponernos al día en nuestras vidas, recordar ancestrales tiempos del heróico Colegio Moderno Tepeyac, y, en fin, a chismear como viles viejas de vecindad. Más adelante, fuimos a un lugar llamado el Sky Bar, antrín frecuentado por el jet set chiapaneco en donde le dimos cran a una botella de Terry, acabando con un tercio de las neuronas que me quedan.

El siguiente día, más muertos que vivos decidimos ir en busca del folklore chiapaneco y que mejor manera de hallarlo que visitar San Cristóbal de las Casas, pero antes, el Lic. hizo obligada escala en el Cañón del Sumidero (paseo impresionante de 25 kms. de largo en lancha por el Río Grijalva) y Chiapa de Corzo. Ya en San Cris (Coyoacán hecha ciudad) visitamos el mercado de Santo Domingo para comprar productos típicos y establecer contacto con los naturales de esta región de nuestro “México Mágico” como dijera Virginia Sendel Lemaitre. Ya para eso de las 7, las tripas nos rugían de una manera espantosa por lo que fuimos a un restaurant medio vegetariano a comer una excelente lasaña y conocer una nueva faceta del Licenciado Esquerra, en la cual es el azote de los meseros, exigiendo un servicio que no sea menor al excelente y aquel que ose contrariar sus deseos, se hace merecedor de la maldición chilanga por su parte y una pinchísima propina… debería de conseguir un trabajo como crítico de restaurantes y bares, me cae que la haría.

Como el siguiente día caía en lunes y Javier no podía faltar a sus responsabilidades de capataz en su hacienda polleril (maltratar indios es todo un arte y requiere mucha energía), acordamos que yo lo alcanzaría en Comitán pasando el mediodía y toda la mañana estuve recorriendo las coloniales calles de San Cristóbal y visité un lugar de nombre Na Bolom, creado por una pareja de europeos quienes tuvieron mucho trato con los indios lacandones allá por los 30´s: Gertrude Tudy y Franz Blom. Tan interesante estaba el hotel-museo que perdí la noción del tiempo y me fui en chinga a entregar el cuarto a la una de la tarde para tomar un camión en y continuar el viaje hacía la misteriosa Comitán.

Finalmente llegué a eso de las tres de la tarde a la antigua Balun Canán de Rosario Castellanos, yendo directamente al domicilio de Javier entre un panteón y una bodega de leche Lala. Al cruzar la puerta tuve el inmenso gusto de saludar a los honorables padres del Javier: la queridísima Doña Martha y el honorable y Excmo. Doctor Ricardo (la menor de sus hijas, Magito, ya se encuentra en el D.F. estudiando odontología) y entre que me servían los sagrados alimentos, estuve muy a gusto echando chal y cotorreando con tan insigne pareja. También conocí ahí a Doña Chus, magnífica cocinera de la familia que tiene el prestigio de conocer al Lic. desde que tenía 4 años, por lo que sin duda será atosigada en un futuro por parte de sus múltiples biógrafos en busca de anécdotas y datos curiosos de la vida de este ilustre comiteco.

Los siguientes días, el honorable "Dotor" Ricardo sería mi guía espiritual en Comitán y sus alrededores, mostrando un gran conocimiento de los lugares y el carácter de los “apaches”, fuimos a lugares como la zona arqueológica de El Lagartero, Las Lagunas de Colón, las ruinas mayas de Chincultic o las lagunas de Montebello y hasta tuve las inigualables experiencias de atravesar la frontera con Guatemala en un lugar llamado La Mesilla y visitar su veterinaria en San Gregorio Chamic (en donde me picó una pinche avispa). Eso sí, cada lugar que visitábamos, el ilustre "dotor" platicaba anécdotas del lugar o suyas, chismes locales, política y, bueno, todo un océano de sapiencia chiapaneca, lo malo es que Don Ricardo siente una perversa predilección por CD´s y DVD´s más piratas que el capitán Garfio, y créanme que yo trate de convertirlo y llevarlo otra vez por la senda del bien, mas todo fue inútil… pero que demonios, es el Don Rick y se le estima harto a pesar de eso.

En las mañanas y tardes era acompañado por el doctor pero ya en la noche, Javier, ya librado y cansado de maltratar indios, nos íbamos a una pizzería llamada “La Alpujarra” -propiedad de una familia árabe/española que hace unas pizzas comitecas o al estílo mediterraneo que son una fiesta de sabor- jugar billarcito al “Jarro Café” o degustar unas refrescantes chelas en el Piñas & Charlie´s, antro de música rasta en donde el Licenciado, cuando era más joven y bello, se presentaba con una banda (Contracultural creo que se llamaba) al más puro estilo “rockstar lacandón” o “tojolabal rocker” (“Yo era el dueño de esos bailes pero todo terminó…” como diría Plastilina Mosh), de hecho Javier me presentó a uno de sus más entrañables amigos que estaba en esa misma banda: Cristian, un psicólogo muy buena gente y que se ve que solo tiene respeto y cariño para con el Lic.

Ya a la mitad de la semana de este viaje chiapaneco (miércoles), tuve todo un día para mí solito para pasear por el centro de Comitown, ahí visité la casa-museo de Belisario Domínguez o Don Beli, el museo arqueológico de Comitán y el centro cultural Rosario Castellanos en donde note con tristeza que la susodicha Chayo no es muy celebrada por los comitecos, diciendo que estaba media loca, es más, no hay una casa-museo de ella y esto se debe -me decía Javier- a que la Castellanos sacaba a relucir los trapitos al sol de las principales familias comitecas, eso, aunado a que era medio comunista hizo que no fuera reconocida en su pueblo de origen, triste caso este que debe ser remediado. Ya para cerrar con broche de oro, fui a un restaurant típico llamado Comitlán en donde degusté unas sabrosas enchiladas comitecas y unos “chimbos”, los cuales son como unos panquecitos que rezuman miel muy dulce… una chulada de comida.

Ya en la noche, el Licenciado se puso fino y me invitó a un restaurant llamado Matisse en donde tomamos una excelente botella de vino chileno que más adelante sería la perdición para mí, ya que después le caímos al Piñas y agarramos una peda de aguamielero (No mamen, era día de promoción 3 x 1, ¡Había que aprovechar!), me reservo los detalles de lo que siguió, solo diré que al otro día canté Guaxaca unas tres veces y la última, en el patio del depa del Lic., quien al verme en tan lamentable posición decidió hacerse muy pendejo y al subirme a su camioneta el muy cabrón me regaño de que desperté a todo el barrio y probablemente a todo Comitán con mis sonidos vomiting surround, dándose a todos los diablos y esperando que no lo sacara el casero de su domicilio por mi licenciosa y escandalosa conducta… ¡Hágame asté el favor, ya ni mi santa madre!

Al siguiente día (jueves) fuimos el Doc Ricardo y yo a la zona arqueológica más célebre de los alrededores: Tenam Puente, considerado un lugar sagrado por los antiguos, en donde hay que tener buena condición para recorrer la totalidad de la zona, pero con la sabrosa plática que teníamos, el cansancio ni se noto. Más adelante fuimos al parque ecológico de las cascadas de El Chiflón, el cual tiene apenas dos años de dar servicio al público, el recorrido es aproximadamente de poco más de un kilómetro pero hay muchas escaleras y con el calorcito que había pues ya se imaginaran que el dotor y yo andábamos sacando el bofe, cuajar y montalayo de tanto subir y bajar, pero valió la pena ya que el parque es uno de los más interesantes y naturales que he visitado.

Ya la última noche que la pasé en Comitán fuimos al Piñas (ya eramos clientes honorarios ahí) y ya para el final de la velada presenciamos una linda madriza que los guarros del lugar le propinaron a dos borrachines medio pasaditos con las chicas del lugar y para finalizar la noche (mas bien la madrugada) dimos cuenta de unos exquisitos tacos al pastor (que en Monterrey los llaman de trompo) en una fondita medio rascuache frecuentada por putas (¡Ay, que bonito!) y como dicen por ahí el tiempo pasa rápido cuando uno se divierte y en este caso es la verdad porque en un suspiro llegó el sábado, el día en que debía irme y con suma pena empaque cosas, triques y souvenirs en la maleta, despidiéndome del Licenciado y su entrañable familia, quienes trataron de convencer que me viniera a vivir aquí (casi lo logran) y al final le dije a Javier que ahora a él le tocaba visitarme y que más le valía que viniera, nada más espero que no se tarde como yo porque si lo hace, el va a tener cuarenta y tantos años y yo cuarenta llegándole a cincuenta y la verdad va a estar cañon albergar a su esposa y 16 hijos.

Gracias por estas vacaciones, viejo.


2 comments:

Javier said...

Ja,ja, ja...¡Qué cabrón!. ¿Cómo que maltratar indios?... y en cuanto a tu cruda, cómo no me iba a hacer pendejo si estabas dando un concierto junto a la ventana del dormitorio del vecino ( a las 8:00 a.m.) que se escuchaba en todo el barrio y además la dependienta de la tienda de enfrente me veía con cara de "¿llamo a una ambulancia?"... sin contar que era el área comunal de los departamentos que yo no tenía ganas de limpiar. Je, je, je. Ya ni en tus años mozos colega.
Hay que salir más seguido ca, no pierdas la condición... se me hace que sí voy a ir a visitarte.

kcobaimSkywalker said...

La persona que nombrás con tres letras de manera impropia en tu primer párrafo se llama Alberto Domínguez y no es comiteco sino San Cristobalense. En cuanto a este excelente compositor mexicano se pueden decir muchas cosas por lo que mejor te invito a que visités este enlace de la sociedad de autores y compositores de México:

http://www.sacm.org.mx/archivos/biografias.asp?txtSocio=08030

Saludos y éxito.