Monday, October 11, 2004

¡¡¡El Tlaque-Lover!!!

Aquí les va una anécdota que tal vez nada que ver pero vaya, ¿Qué podían esperar de mi? Jajaja
Lo que aquí sigue fue algo que me pasó hace ya algunos meses (igual y ya va para el año) y este suceso se convirtió en toda una leyenda laboral en Hispanic Teleservices y con esto me hice de una no tan cómoda fama, pero empecemos que si no esto se enfría...
Acababa de salir de una fiesta con unos amigos de la oficina, algunos hasta la madre de alcohol y otros no tanto, total de que a alguien le dió el monchis comentando que le rugían las tripas por lo que propuso que fueramos a los tacos Tlaquepaque.
Ahora, para los no muy avispados en la cultura de este Nuevo reino de León, les diré que ese tipo de tacos es uno de los más desgustados en esta zona norteña; consiste en una vil tortilla de maíz con barbacoa, pero en donde radica lo excepcional es que a estos tacos los ahogan literalmente en una salsa llamada... ¡Correcto! Tlaquepaque. Salsa que, si me apego a mis vastos conocimientos culinarios-urbanísticos podría asegurarles que sabe a la salsa borracha nada más que sin piquete. La mejor manera de comerselos es no que no les importe mancharse las manos y atascarse como cual puercos en el lodo. Total, que ahí voy yo con toda la caravana de pedos a uno de los tantos changarros en donde se vende este sabroso manjar como si fueramos en busca de un talismán para conjurar la cruda que más tarde nos rondaría como aparición de leyenda virreinal.
Al llegar a la taquería de marras (que se localiza casi enfrente del TEC de Monterrey), la señorita de la caja me comentó en un tono pícaro y divertido: "Ud. le gusta a mi compañera" y yo ahi voy a preguntarle ¿Cual de todas?... Uta, ojalá y no se lo hubiera preguntado. La fan era una gordita que no pasaba el metro sesenta de estatura, prieta como Zamorita con el pelo (el escaso que tenía) pintado de güero (¡Qué desfachatez!) con las cejas pintadas y para coronar tan monumental esperpento tenía un reluciente diente de oro chueco en una dentadura como fichas de dominó que parecía una compuerta de desagüe.
Si hubiera estado solo cuando pasó esto no hubiera pasado a mayores, pero en la caja me acompañaba un querido amigo de la oficina de nombre Jorge Caballero (que por mi condición chilanga soy objeto de sus más variadas burlas pero se le estima), quién, ni tardo ni perezoso le responde a la señorita de la caja: "Nel, este wey es puñal" a lo cual yo me arranco a carcajearme sin darle mayor importancia al asunto... pero como dijera el querido Raúl Velasco. "Aún hay más".
Después de pagar, pasamos a que nos sirvieran los tacos, en donde la gorda de marras se se me quedaba viendo de una manera que yo estuve a punto de decirle que me devolviera mi calzón y aquí hubo un detalle que me causó gracia: El que servía los tacos era un chamaco de no más de 15 años, al cual se le acerca esta vieja y le dice por lo bajito en tono amenazador: "A la órden del jóven (¿Jóven? ¡Ni que fuera taquero!) le pones salsa extra". No, no, no, no aquí yo era el rey.
Al sentarnos en la mesa, ya el chisme había recorrido cual reguero de pólvora gracias al puto de Caballero y todavía los muy desgraciados me dejan la silla en la cual yo podía ver directamente a la tipa esta y viceversa. ¡Qué incómodo es tragar cuando sabes que alguien se te queda viendo sin siquiera pestañear.
Ya cuando nos ibamos a salir, el infeliz de Jorge que me pide mi teléfono y yo ahi voy de grandísimo imbécil que se lo doy sin saber para qué lo quería... ¡Acertaron! era para darselo a mi fanática taquera, y otra del grupito llamada Gloria De la Garza ("Prima" le digo yo) me comenta: "Oye yo estudio en el TEC y a cada rato vengo a comer aquí, que se diga algo de tí y dile a tu novia que soy tu prima para que me haga descuento ¿no?" Para entonces a mí ya me valía madres lo que pasara y que al salir le digo a la chava: "Esta es mi prima, cada que venga me la atiendes bien ¿Eh?", a lo cual ella respondió: "Claro que sí, señor. Pierda cuidado". Días después me dijo Gloria que cada vez que iba la trataba como reina y le trataba de sacar información sobre mí... ¡Ay diosito! ¿Porqué me hiciste tán bonito? Jajaja
Total que esa fue la noche en que el Tlaque-Lover (apodo mamón que no se quién inventó de los que presenciaron esto) nació y pasó a formar parte de la conciencia colectiva de toda la empresa donde trabajo.

Ya no me he vuelto a parar por esa taquería...

1 comment:

Gerardo De la Garza, el biógrafo no oficial del Marqués de Topochico said...

Jajajajajajajajajaja Eres treeeeeemendo maniwis ¿A ver manito que quieres?, ¿Con cuanto me caigo para comprar tu silencio? :)