Sunday, July 16, 2006

El gourmet del embutido

Este era un oso carpintero
Que vivía muy pobre
Lloraba porque sus ositos
le chillaban de hambre
La urraca le robo el martillo, clavos y serrote
lloraba porque su herramienta no podía comprar
-Oye papacito quiero pan-
-Hijo de mi vida no lo hay-

El oso carpintero
Canción Popular

Pues con la novedad de que me pagaron menos de lo habitual por unos tres retardos que tuve en el trabajo (¡ay, no aguantan nada!) y con la renta, gasolina para el Killer Pollo, deudas y demás cuitas financieras, lo que me quedo al tercer día fue de 300 pesotes y sin haber ido a Soriana. ¡Coño! Está de por más decir que tuve que recurrir a todas mis argucias de bon vivant y conocimientos gorrísticos (aprendidos del inmortal "Tirantes" de Lagunilla Mi Barrio y de Henry Miller en sus libros) para poder tragar por lo menos una vez al día.

Mi dieta consistió exclusivamente en cereal Corn Pops con leche Niconsa (¡wakalas!), salchichas para asar marca KIR, sopas Nissin, pan de caja Sunbeam, tortillas de maíz, un ocasional Taquito Bite, Big Bite o Burger Bite del Seven Eleven, espaciadísimos Jarritos de Tamarindo o Mountain Dew (yo, como Barney de los Simpsons ya pido que me inyecten el líquido burbujeante directamente a las venas) y harta agua con hielitos (pa´ la calor regia).

Había noches en que sudaba frío y me desvelaba estableciendo verdaderas estrategias para poder comer decente, agarrando mañas como ir a la casa de mis padres cuando no están a desayunar, hurgar en lugares propios y extraños por monedas, moneditas o monedotas de diversas denominaciones para llevar a cabo en el trabajo la famosa, nunca bien ponderada y tán controversial "dieta del refresco", que era tomar refresco la tarde/noche para entretener al estómago y llegar al flat a cenar a la medianoche (ahi luego les cuento como va mi gastritis).

Era horrible cuando calculaba como cada día que pasaba se me hacía menos y menos y trataba de ahorrar la mayor comida posible, al extremo de echarme unos almuerzos fugaces en la casa de mis padres... ahora entiendo a las pobres señoras que tienen un marido huevón y media docena de niños latosos que hace verdaderos milagros para que dure la quincena, estirándola a niveles que ya no el Sr. Fantástico.

En fin, ya pasó esta oscura quincena y lo primero que hice al recibir mi sueldecito es irme en chinga al supermercado a surtirme de comestibles, sobre todo de salchichas para asar, ya que me he vuelto en un gourmet del embutido (¡Sin albur! ¿Eh?).

Por una vez, el Marqués de Topochico se sintió pobretón...

4 comments:

Ginger said...

Ahhhhh mi querido marqués, le voy a pasar un tip para esas épocas de "vacas flacas". Vaya asté a Costco y/o Sam`s a refinar cuanta degustación encuentre en los pasillos. También aplica en lugares como Soriana, HEB, Comercial Mexicana, Walmart y diversos establecimientos de autoservicio.

Besos austeros!

Antonio Dieff said...

Recuerdo cuando vivía en el puerto de Veracruz, y tambien me descontaban los retardos, que se veía reflejado los días viernes cuando veía mi billetera a la vos de "¡AY CABRÓN!" y me ponía "muy buena onda" a hacerle platica a alguno de los compañeros de trabajo para que llegadas las dos de la tarde me preguntaran ¿Ya comiste? ¡Vamos a comer, mi esposa va a preparar unos pambazos! o le aflojaba un poco de compañia a una secretaria que no era presisamente muy bonita y que queria quien-sabe-que-cochinadas con mis huesitos para que me prestara algo de lana que pocas veces le reenbolsé... Si hubiera leido a Henry Miller en aquellos tiempos... no, no, no... hubiera sido un despiadado.

Pd. ¡AAAAYYY MAMACHIIIITA!

Ali Heredia said...

Me cae, me cae, te voy a contratar de administrador... yo me hubiera puesto a llorar!
jajaja

Saludos marquesito.

CHOSTOMIX said...

Yo una vez me la pasé un fin de semana comiendo Corn Flakes con agua de la llave.