Wednesday, May 25, 2005

Caminito a la escuela Parte II

La primaria era una cosa del pasado, mal que bien, había sobrevivido y había pasado el trago amargo de haber reprobado quinto de primaria y ahora, se cernía ante mi un nuevo y excitante mundo en donde en vez de tomar ocho materias (Español, Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Grammar, Science, Spelling y Deportes) me metían como 15 materias y eso significaba más tareas y más chinga, además de que era introducido a los misterios cabalísticos del horario escolar, en donde a veces cambiaba más de 5 veces de salón para tomar una hora de clase, siendo los primeros días una confusión propia de cualquier turísta balín en cualquier mega-ciudad.

Como es lógico, pasaron más profesores en esos tres años, de los que más recuerdo fueron el querido Maxi, maestro gangoso quién daba Geografía y siempre empezaba su clase con la frase que se volvió su marca registrada: "¡Aproveche por única ocasión la barata de ceros!", de hecho, el hombre tenía una fijación con ese concepto inventado por los Mayas, platicabas con un compañero ¡Cero!, te volteabas hacía otro lado que no fuera el pizarrón ¡Cero!, se te caía un lapiz ¡Cero!... ¡Oooooh que la ch....! Estaba también el profesor Dionisio, quién daba clase unas excelentes clases de historia, lo malo es que tenía un aliento de fosa séptica que, de hecho, casi teníamos que echarnos volados para ver quienes se sentaban hasta enfrente ¡Y pobre de tí si se te paraba junto a tí para comentarte algo de tus apuntes! Era mejor que te dieras por muerto.

El profesor Maya era otro de los favoritos de todos los niños, daba español, tenía un corazón de oro, pero tenía un genio de ogro del quinto infierno y siempre llegaba a clase saludándonos: "¿Cómo están Ca... balleros?, ¿Que dicen Ca... maradas?" Montero nos daba álgebra y siempre llegaba armado con su tutsi-pop, aplatanándose en el escritorio y te pasa al pizarrón a quien se le hinchara la gana a resolver un problema y si estaba mal te decía:"Noooo, mano, así no es la cosa". El que daba taller de dibujo técnico era Rojas, quién siempre decía a grito de pulmón: "¡Es que no trabajas, De la Garza, no trabajas!" El profesor Prado era un ángel del señor, daba química (me pasó el segundo año) y cachó varias veces a compañeros fumando en los baños y llegó hasta regalar uno que otro tabaquito, desgraciadamente, a los tres años después de graduarme de secundaria, murió de un paro cardiaco. Descanse en paz el Pradito... Uno de los legendarios era Silvestre, de álgebra también, quién siempre lo veías con cigarro en mano y fumaba en pleno salón de clase uno tras otro, de hecho, este profesor creó un grán escándalo, ya que acabó casándose con una alumna, compañera mía de generación.

Uno de los que realmente cambiaron mi vida fué el "Confitón", maestro de corpulencia casi identica a tán reconocido dulce que daba un agasajo de clase de historia, ya que cada dos por tres llegaba hasta el tronco de alcohol y se ponía a repartir dieces a diestra y siniestra. Alguna vez le comenté que me quería meter de arqueólogo a lo que el me contestó: "Ni lo hagas, no se gana nada", el estudió para eso y acabo de maestro en una pinche secundaria (la mía) y para recalcar su desgracia me mostró su coche, una caribe antediluviana cuyas vestiduras (hasta las de las puertas) dieron lo mejor de sí hace cien años, mientras que los asientos eran un amasijo de alambres y plástico (por pudor jamás le pregunté como podía sentarse ahí) y lo arrancaba uniendo dos alambres. Otro que fue considerado el hazmerreír de toda la secundaria, era el "Tachito", un maestro que sin importar todas las groserías que le hacíamos o los kleenex húmedos que le tirábamos al pizarron, el siempre llegaba puntual a darnos clase...¡Pobre! y para acabar con el cuadro y la cordura, estaba la "Pepis", a la cual hicimos llorar más de una vez con todas nuestras travesuras de presidarios de las Islas Marías.

Hubieron otros que nunca llegaron a darme clase pero que su fama rebasó fronteras y salones, estaba el "Pinky" cuya orientación sexual siempre fué discutida por los alumnos o el "Pambazo", quién protagonizó uno de los escándalos más lamentables de nuestra sateluca institución, ya qué fue corrido de la escuela ipso facto por madrearse con un alumno. El director que tenía bajo su mando este manicomio académico era Monjaraz (el querido "Monchis"), un señor ya grande con un parecido con el cura Miguel Hidalgo realmente increíble que luego le daba por irnos a visitar a los salones, sus pláticas eran de un surrealismo tal que ya le hubiera gustado filmar a Buñuel, ya que empezaba (casi siempre) regañándonos para acabar cantando alguna canción infantil como "Lindo pescadito" ¡Ah que caray! También en esta época llegué a conocer el concepto de los extraordinarios y llegué a convertirme en todo un experto, de hecho cada año que pasaba, aumentaba la cantidad de materias en donde me tronchaban para desesperación de mis padres, en primero me fuí a uno, en segundo a dos y en tercero tres... Que yo sepa, nadie llegó a romper ese récord.


Continuará...

2 comments:

Ali Heredia said...

aaaaaah k bonito, las maestros, yo tuve algunos muuuy buenos en secundaria, a los ke se me antojaria saludar.
en prepa eugenio (el de frances)era a toda madre... pero la neta del planeta fue mi maestro de ingles, que por ahi de mi ultimo semestre escolar me invito a salir, jajaja, bendita preparatoria!

Ali Heredia said...

pd... pero ni por el volveria a la prepa