Los pastores a Belén, corren presurosos,
llevan de tanto correr, los zapatos rotos,
¡Ay, ay, ay que alegres van! ¡Ay, ay, ay si volveran!
Con la pan, pan, pan, con la de, de, de,
con la pan, con la de, con la pan-de-re-ta,
Y las castañuelas.
Típico villancico mexica.
¡Si que síiii! Por fín ha llegado Navidad, la época del año en donde uno se pone a gastar dinero a manos llenas para comprar regalos para todos sus seres queridos y no tan queridos gracias al descarado comercialismo de los medios de comunicación y acabar en enero tan endeudado que ni Dios Padre lo salva a uno, terminando en el tétrico y oscuro Monte de Piedad dando hasta los chones. ¿No es bonito?
Ayer tambien empezaron las tán mexicanísimas posadas, en donde uno se junta con sus seres queridos o la colonia entera para romper piñatas de Dragon Ball Z o Spider-Man, atragantarse de colación, caña de azucar, mandarinas, jícamas, cacahuates, beber ponche (con o sin piquete segun su preferencia) hasta reventar o perder el conocimiento y cantar villancicos para recordar el nacimiento de Jesucristo, acaecido ya hace poquito más de dos mil años, según el calendario católico, de hecho recientes estudios del departamento de investigación nuclear de Pond´s dicen que el buen Chuy no nació en diciembre sino en abril pero bueno, ya no diré más para no amargar la Navidad a los demás.
Y como es un hecho que a nosotros los mexicanos nos encanta el huateque, se decidió instaurar constitucionalmente el maratón Guadalupe-Reyes... muchos se preguntaran ¿Qué carajos es eso?, pues bien, este es uno de los tantos inventos chilangos en donde uno festeja y se atasca de alcohol ininterrumpidamente desde el 12 de diciembre, día de la Vírgen de Guadalupe (y santo de mi adorada tía Rebeca Guadalupe ¡Ajua!) hasta el día de los míticos Reyes Magos, esos tres sabios que, según la Biblia, llegaron desde oriente a regalar a Jesus niño oro, mirra e incienso guíados por la mítica estrella de Belén.
Aparte del aquelarre de las posadas, no pueden faltar las comidas de fin de año de las oficinas ¡Aaaah! Cuando todos en la compañía deciden quitarse las máscaras, la dignidad de muchos acaba por los suelos y los chismes que duran toooda la época navideña nacen, el convite termina en una bacanal de todos contra todos con triple caída y torniquete incluído; Gutierritos, ya bastante zarazo, acaba echándose un nutritivo caldo (faje, pues) con su secre la Yoyis; el Arq. Goyenechea-Yduñate-Uruchurtu, un mamón de campeonato, acaba a medios chiles haciendo acompañamiento con las maracas a la hiper-buena cantante de la banda alquilada del evento con un brassiere por sombrero; Rivas, Covarruvias y Samaniego (la terrible triada burocrática por excelencia) acaban partiéndose la madre debido a una discusión sobre los bonos navideños y, en fín, el baño del salón alquilado acaba con un tiroleado de tanta guacara que ni el mismo Matisse podría igualar... ¡Qué maravilla!
Y no puedo terminar sin hablar de las compras navideñas, es tan padre no encontrar estacionamiento en el centro comercial y si lo encuentras, está a un kilómetro de distancia del mall, caminar a lo largo de los pasillos como pingüinos antárticos debido a la cantidad de ojetes que están haciendo sus compras, llevar al móndrigo de tu hijo a pedirle mil y un madres al chingado Santa Claus (cuya identidad secreta ya sabe desde segundo de primaria, pero se hace pendejo para que su padres no se alarmen), hacer la peregrinación de las mil y un tiendas con tu media naranja para comparar precios de los regalos para acabar yendo a la primera que entraron, comprar el arbolito , subirlos al techo del coche y amarrarlo con un mecate medio pinche para que se te caiga nada más saliendo del estacionamiento. Caray, esa es la verdadera navidad... que El Expreso Polar ni que ocho cuartos.
En fin, esta es la época en que te muestras amable hasta con la suegra, en que todo huele a pino sintético tipo Maestro Limpio, das dinero o ropa vieja a Caritas o el Teletón, todos son un mar de amor con todos y la paz reina en la tierra, para que después del día de los Reyes Magos ya todo vuelve a la normalidad y las mentadas de madre regresan a nuestro neurótico y diario trajinar.
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