Wednesday, November 10, 2010

Relatos marquesinos

Después de su exitosa campaña contra la colonia niponesa del municipio de China, N.L., el marqués decidió que ya era tiempo de probar hembra, ya que no había tomado fémina desde los días del tercer conde de Moctezuma, cuando la rebelión de los tlaxcaltecas estuvo a punto de acabar con el dominio español en la cuidad de Puebla de los Angeles, allí por el año del señor de 1626.

Entre humo de jacales incendiados y cadaveres putrefactos, el Marqués sorteó su pelotón de apaches sodomitas para dirigirse al almacén en donde tenían a los prisioneros, casi todos del clan Tokugawa...

Se detuvo a la entrada y desde ahí la vió comiendo esquites de una escudilla de barro cuarteada a la princesa Tujoyito Tokugawa, la flor más delicada de los niponeses, establecidos en ese territorio desde hace una década. Ella se le quedo mirando con cara de pulga pedorra mientras el se acercaba a grandes zancadas, desesperado por poseer a esa maldita chale de mierda.

Con su hombría latiéndole cual corazón a punto del infarto, el Marqués la tomó del peinado repleto de alfileres de marfil y la besó con toda la lentitud del mundo, como si ese beso fuera lo único que importara sobre la tierra misma. Paseó lascivamente su lengua por toda ella mientras de arrancaba el kimono de finísima tela y se encontró cara a cara con sus majestuosas ubres, tan grandes como las mismísimas cúpulas de la iglesia de Jesús Malverde en la ciudad de Culiacán de Mariguana.

Continuará...

2 comments:

Ali Heredia said...

Super fino... clap clap clap!

Rulo said...

ah jijo de la rebomba, "mendigas shishotad" como diría el chaneque Jesús Alejandro.