No es ningún secreto que los gringos ocupan la parte más dura de mi fláccido corazón, citando al maquiavélico Ratón Crispín "Los odio con odio jarocho" y cuando estoy en una campaña cuyo producto es de manufactura de los malditos güeros, pues ya se imaginarán los momentos inolvidables que les podría contar (Un año de estos tendré que publicar un libro llamado The Rise and Fall of a Call Center ¡Aush!) En fín, para bien de mi salud mental hay (o habían) otras personas que el tratar con anglos es una patada en los huevos y hoy les hablaré de un gran compañero que ya no está en la compañía al cual le llamaban cariñosamente "El Armanos" o "El Doctor" (este último por su extraordinario parecido con el Dr. Simi).
El tal "Armanos" se fue destacando poco a poco por su desprecio por todo lo que apestara a American Dream, por su respeto y hasta adoración por la cultura árabe o musulmán, para él Osama Bin Laden es el grán héroe de la humanidad, mientras que Alá y su profeta Mahoma son los que deben regir la fé en este mundo. Nunca olvidaré cuando me enseñó un excelente comic dibujado por él (es diseñador gráfico) en donde Osama Bin Laden castra sin compasión y a cimitarrazo limpio al infiel y barbón del Tío Sam.
Con el tiempo, éste hombre creó la secta junto con otros (entre ellos un servidor) de los "Armanos" en la cual nos poníamos a elucubrar atentados (totalmente ficticios, que consté aquí porque si no luego nos mandan a Guantanamo directo, sin escalas y en calzones) en contra de los Iu ES of Ei, además de que nos poníamos a hablar como Joaquín Pardavé en el Paisano Jalil. Cada vez que lo veía y le preguntaba que cómo estaba, el me respondía según las noticias de la guerra con Irak, si habían un atentado con muchas bajas norteamericanas era un hermoso día, pero si no habían era un día de lo más pinche.
Con el tiempo se fue creando el personaje del "Armanos Doctor" que tiene un harem de suculentas odaliscas (entre ellas ésta la famosísima Yazmin Yadhira Yahairas y la bisnieta de la Mata-Hari) para cada día del año lunar, come tostadas de camello de Beirut fritas y pure de dátiles del Oasis de Al-Jaurismi con crema, se pone hasta atrás con leche de burra del desierto Sefardí, va a comprar al zoco de Baghdad, se inmola con un latigo de piel de salamandra de la Kaaba, cada año va de peregrinación (Hajj) a La Meca, le vale madre y estaciona su dromedario en doble fila en plena Marcoplaza, da clases del Corán a domicilio, entrena camellos a ir por el periódico y, en fín, hace todo lo posible para que el Jihad (guerra santa) se haga realidad y domine todo el planeta con sus planetas anexos. Ñaca, ñaca.
Lo último que supe de este santo varón es que se iba a auto-detonar por partes (primero una mano, luego un pie y así) en la mera Macroplaza pero no ha podido ya que su primo el cabrón de Bazarut todavía no le ha mandado el explosivo plástico que le prometío por problemas de logística.
Y luego dicen que trabajar en un Call Center es un trabajo aburrido...
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